miércoles, 17 de julio de 2013

Un cuento de terror

Quisiera contarte un cuento de terror.  No como los que se hacen por estas fechas de mutilados y figuras deforme. Tampoco quiero decir romances tontos con vampiros o de lobos, que a mi parecer es como tratar de tener un amorío con el bistec que te sirven en la comida.
Lo que realmente te quisiera contar es la historia de una enfermedad que transforma a los vivos en pedazos de carne con gritos indecibles de desesperación y dolor. Sus cerebros registran todo este daño mientras que su cuerpo está en un constante castigo por los gusanos comen su carne y todos sus órganos internos.  Sus intestinos se desparraman por todos lados mientras algunos los tratan de regresar con sus manos.

Esta infección diezma a miles diariamente en todo el planeta y la humanidad está condenada. Los humanos, en su desesperación, buscan la cura en muchos lugares. Muchas opciones son propuestas pero ninguna surte efecto.

Existe un poblado que tiene la cura para este mal. Pero ellos prefieren no hacer nada. Cuando desean hacer algo, tal vez por remordimiento o por sentirse obligados, ponen el antídoto a uno o a dos mientras millones están condenados a convertirse.

¿Cómo podrá ser posible esto? ¿No tendrán consideración por los demás? ¿Será el miedo que los hace quedarse inmóviles ante esta desgracia? O ¿Es que no quieren salir de su zona de confort por alguien que ni conocen? ¿Quién será más humano los arrogantes que viven en ese poblado o los condenados a ser los muertos vivientes?

Pues temo decir que, en esencia, todo esto es real. Miles de personas mueren a cada instante del día yendo al infierno mientras nosotros, “los cristianos”, no hacemos nada.
Testificamos solo a quien nos agrada o simplemente no nos molestamos en hacerlo mientras cada segundo una fila de condenados hacen fila para ir a su condenación.

El sufrimiento en su carne pútrida y huesos secos es su único futuro por toda la eternidad. Sus peores pesadillas las vivirán a cada instante mientras  Satanás, y sus huestes,  tienen la única motivación de hacer su estancia miserable. Tus seres queridos, familiares y amigos se acercan a cada segundo al destino que a sido marcado desde el primer día que pisaron en esta tierra ¿te agrada la idea?

Si te remuerde la conciencia, pide a Dios perdón y empieza a salvar gente, pero si no te preocupa o no te interesa tal vez deberías preguntarte si en verdad eres una víctima que juega a ser salvo.


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