Si los clichés pudiéramos realmente cumplirlos. Si el “ser” en
vez del dinero fuera lo más importante. Si el odio no nos dominara y la lujuria
fuera nuestra enemiga. Que realmente las
promesas se cumplieran. Cuando el honor
y el respeto sean la regla de oro que rija nuestras vidas.
Que la depresión se vaya al pensar las maravillas que nos ha
dado el creador al transitar por esta vida.
El día en que realmente todos sintamos empatía por los demás y seamos
uno solo en sociedad.
Cuando el amor sea el
régimen diario en las casas y que el interior de todos nosotros valore sus
parientes. En ese día, mi querido amigo, estaremos realmente vivos… el cambio
está en nosotros.
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