“… Pensándolo más bien, yo fui el que coronó de espinas y
dolor tu frente buen Señor…. Pensándolo mas bien, yo fui el que te azotó, yo
fui el que laceró tu espalda mi Señor, También yo estaba allí…” Estas palabras,
del canto “si hubiera estado allí” de Jesús Adrian Romero, pudieran tomarse a
la ligera o pensar que es una exageración de la situación… digo ¿Quién puede
decirme que fue testigo presencial de este acontecimiento?
Pero, si nos ponemos analizar todo lo que Jesucristo sufrió
en la cruz, encontramos que fue
resultado de nuestros pecados lo que lo llevó a esa situación. Es como si
indirectamente le hubiéramos hecho todo esto.
Imagina a Jesús, con innumerables heridas y deformado por
los golpes recibidos antes de haber sido traspasado por clavos.
Frágil por el
agotamiento del pleno sol. Tú estás allí viéndole y cruzan miradas. Sus ojos no
desprenden ira ni enojo, sino compasión y amor hacia ti… este momento, al parecer sangriento, es el
acto más grande de amor que alguien ha hecho, y hará, en toda la historia de la
humanidad.
No hay mayor amor que el que alguien de su vida por su amigo,
y Jesús lo confirmó en la cruz. Él cree en ti, puso todo para pagar la deuda
que tenias y te espera, en el cielo, para que estés con Él. Ese es el verdadero
significado de estas fechas y la seguridad en nuestras vidas… ¡Gracias Dios por
tu gracias y por el amor de tu hijo Jesús al morir en la cruz por mí!