Imagina que tienes una enfermedad que nadie ha podido
curarte, has ido a los mejores médicos y solo vez como se rascan la cabeza
después de haberte llenado de drogas y, al no tener resultados, solo se recogen
entre hombros sin tener idea de lo que tienes. Estas desesperado y un amigo,
que ya habías dado por muerto, te dice que él se recuperó de su padecimiento
tomando unas pastillas.
Dudas de lo que te dice, pero tú lo viste muy mal, aún más
que tú, así que decides intentarlo y tomas una. Milagrosamente, en ese momento,
estas curado. Sientes algunas molestias pero estas bien, él te aconseja que
sigas diariamente tomando la medicina y que poco a poco se vayan las molestias.
Sigues el tratamiento y te das cuenta que poco a poco cambia tu organismo. En
agradecimiento quieres que todo el mundo este igual de sano que tú. Le dices a
tus seres queridos y a personas en la calle que se tomen las pastillas por qué
sabes que esa medicina cambio tu vida.
Ahora cambiemos de concepto, piensa que esa medicina es la
Biblia, ya vez a donde voy, por medio de ella conociste la salvación y por ella
podrías tener una buena salud cristiana. ¿Porque solo la tomas los fines de
semana en la iglesia? ¿Por qué si cambio tanto tu vida no la compartes con los
demás? ¿Por qué al tomarla no la disfrutas por el bien que te hace?
Dios nos ha dado esta medicina fantástica para que nuestro espíritu
este sano y que por medio de nuestra salud otros quieran lo que tenemos, pero está
en ti el seguir el medicamento.
La Biblia es la solución para combatir al pecado y las
vitaminas para crecer en la vida espiritual
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