lunes, 1 de abril de 2013

Arturo, el niño y la escopeta


Arturo era un niño  de un orfanato que  fue a realizar algunas compras al centro comercial, para el instituto en donde vivía. Una de sus fascinaciones era la  de ir a la sección de Juguetería a soñar con tener alguno de los artículos que vendían. Al lado de Arturo se encontraba un niño que indudablemente tenía mucho dinero. Vestía con  ropa de marca a la moda. Sus zapatos, brillantes y limpios, se hacían notar al lado de los que traía Arturo, los cuales estaban rotos, gastados y sucios.

En los siguientes minutos la atención de Arturo se centro en  ver al niño clasificando cada uno de los juguetes del pasillo por los que tenía y los que no. Al llegar a la esquina el acaudalado infante miró, en la sección de deportes, una escopeta de perdigones y gritó desaforadamente: - ¡Quiero uno de estos! ¡Mi vida no está completa sin esa escopeta!-. El Padre del berrinchudo corrió a explicarle que eso no era para él y que si se lo daba se podría hacer daño.

Ante los ojos atónitos de Arturo, pasó el avergonzado padre arrastrando a su hijo mientras este  se revolcaba y pataleaba en el suelo  gritando: -¡Tú no me quieres! ¡Si realmente me quisieras me comprarías el rifle!-

¡Qué niño tan ingrato! Tenía más que Arturo y aun así exigía algo  que seguramente habría hecho daño a alguien o a el mismo. Ahora bien ¿Qué pasaría si te dijera que este niño eres tú cuando oras a Dios? Estas tan preocupado de pedir todo lo que la vida puede ofrecerte, para sentirte mejor, que no te das cuenta todo lo que tienes, y que muchas personas lo desearían. Por enumerarte algunas podría mencionar: Salud, familia, salvación.

También a veces Dios no permite que nuestra oración sea contestada por que Él sabe, en su inmensa sabiduría, que eso nos pueda hacer daño, física o espiritualmente.

El valorar las cosas que Dios nos ha dado, y pedir su voluntad, es una forma de ser agradecido.  Dejemos de hacer berrinches por cosas que Dios no nos da.

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